Amistad en la pareja

Glynn Sccotty fue el hombre que se había casado más veces según el libro de los records. Cuando falleció permaneció una semana en el hogar de ancianos donde vivía sin que nadie viniera a reclamarlo. Al parecer no tenía amigos ni siquiera entre las 27 esposas que había tenido.
El hecho de estar casado no implica que haya amistad. La relación entre 2 personas puede tener diferentes maneras de desarrollarse: pueden ser extraños, conocidos, amigos íntimos, parientes, esposos, padres o hijos. No todo es absoluto, hay parientes que son extraños y aún padres e hijos o esposos que no son realmente amigos.
La amistad no es algo que viene incluido en el grado de parentesco o en el acta de matrimonio. Alguien puede fomentar una amistad solo por carta, teléfono o por Internet a través de una computadora.
Dos hermanos pueden estar viviendo juntos y sin embargo no ser amigos. También puede suceder lo mismo en un matrimonio.
Alguien dijo que la amistad no se compra en el supermercado como algo hecho sino que la amistad verdadera es una planta de lento crecimiento que debe enfrentar y resistir los golpes de la adversidad antes de ser una auténtica amistad. Hay hogares en donde reina el amor y se manifiesta en forma visible y hay otros en donde existe el odio.
Pero la ausencia de odio no significa amor sino indiferencia. Hay parejas que llegaron a odiarse hasta matarse y hay otras que se aman entrañablemente y son verdaderos amigos. ¿Cómo lograr que la amistad sea una experiencia placentera y fructífera en el matrimonio? Hay algunos secretos que vamos a compartir.
1) Invertir tiempo: Requiere tiempo, dedicación y estar disponible. El “no tengo tiempo”, “estoy muy ocupado” o “no puedo” usados a veces pueden tener su lugar pero no pueden ser usados siempre.
Esto no implica “cantidad de tiempo” sino “calidad de tiempo”.
El arte de desconectarse del trabajo, de las preocupaciones o de las amistades absorbentes para dedicar tiempo a los intereses de mi pareja, es el mejor alimento. Estar presente no solo significa tener el cuerpo en casa sino acompañar con los sentimientos, emociones y comprometiendo toda la vida espiritual.